25.5.11

Un cailloux dans sa chaussure


Hay hombres que podrían morirse de un catarro o de una daga traidora, o de hambre y de sed. Otros mueren, poco a poco sin enterarse de que se están muriendo y otros mas-acaso, los peores- ya estan muertos en vida. Y de muchos, se, que los mata la envidia, la rabia, la vanidad. Pero, gracias a Dios, también es posible encontrarse con aquellos- gloriosa minoría- que nada ni nadie podría matarlos; porque son eternos.

¡Ah...y siempre hay uno que se muere de risa!

Quien quiera ser feliz, que no subestime la piedra que trae en su zapato; quizás, desde otra vida.


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